lunes, 22 de diciembre de 2014

Un Corazón Naufragado

Posteriormente, conocí a Mónica, una mujer menuda y muy linda, que también me volvió loco y con la que, gracias a Dios, descubrí el sexo. 
Aquello resultó ser delicioso y maravilloso. Nos pasábamos las horas y las horas fundidos en besos y abrazos, como cualquier pareja de enamorados.
Encontramos un lugar secreto, donde dábamos rienda suelta a nuestros instintos y nos fundíamos en un solo ser. ¡Qué dicha haberla hallado!. Pensaba que aquello no terminaría nunca.
Su cuerpo me volvía loco. Un volcán de hormonas en plena erupción, que parecía no tener fin en el día.
Durante esta relación, tuve que hacer el servicio militar, que por entonces era obligatorio. Y casi al final de dicho servicio, la relación empezó  a estropearse. 
No conseguí retenerla a mi lado y la perdí. Algo normal en mi. Soy un desastre.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Un Corazón Naufragado

Entre tanto, seguía andando por aquella isla, desconocida para mí. Pero cada vez, un poco menos desconocida. Sin encontrar nada ni a nadie, sólo Soledad. Y la angustia que te oprime el corazón cuando llega la tristeza y se hace presente, me volvió a sorprender desprevenido.
Encontré  unos dátiles para poder comer.
Poco antes, había hablado con Mari Carmen, siempre fiel a mí. Lástima que con esa edad uno no se de cuenta de las cosas. Más si eres hombre y gilipollas, como yo. 
Ya le he pedido perdón en infinidad de ocasiones, vuelvo a pedirle perdón en esta ocasión, pero la vida sigue. 
No quise ser egoista en aquel tiempo, y decidí que lo mejor era dejarla libre.
Gracias a esa decisión, ella tiene a su hija, y en mí, un hermano que la quiere como si tuviera su misma sangre. GRACIAS MARI CARMEN, por tu ayuda y consejos. Sin ellos, hoy no estaría aquí.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Un Corazón Naufragado

Nadie me vio por la calle. Nadie me vio entrar en casa. Nadie se percató de mi presencia. Por primera vez, me había vuelto totalmente invisible.
Y pasó el tiempo. Si acaso un par de años, no lo recuerdo muy bien. La vi un día, en la puerta del bar Alemán, esperando el autobús. Ella estaba estudiando fuera.
Recuerdo que le vi mala cara, pero ella no se dió cuenta de mí, y mi saludo se perdió en el camino.
Debería haberme detenido, saludarla, hablar con ella. No sabía que aquella iba a ser la última ver que la viera. Al poco tiempo, recibí la noticia de que una enfermedad, meningitis, se le había complicado y no pudo superarla. Falleció el 19 de Octubre de 1989.
Lloré, no voy a negarlo, perdí la última oportunidad de saludarla. Ojalá me perdone, pero nunca dejé de quererla. De otra manera, pero la quería.
Con 19 años, no se sabe muy bien como reaccionar ante una pérdida de este tipo.
¿A dónde irán los besos y los abrazos que nó damos?

lunes, 1 de diciembre de 2014

Un Corazón Naufragado

... Siempre me pasa igual.
Recuerdo mi primer amor, Inmaculada se llamaba. Había nacido un día después que yo. Estuvimos juntos en el colegio desde pequeños, y me gustaba, creo, que desde la primera vez que la vi.
Ella era rubia, ojos azules, pelo rizado, muy inteligente y activa. Comenzamos a salir el último año de colegio, justo al empezar el verano. Pero no duramos mucho.
Si bien yo estaba muy enamorado de ella, mi inocencia era tal que no pasabamos de unos besos y unas caricias.
A los 14 de días de empezada nuestra relación, fuí a sus casa. Iba con mi vespino. No me dejó ni bajarme de el. Puso sus manos sobre el manillar de la moto, y levantó un poco la mano derecha. Me hizo un gesto con los dedos  índice y corazón, a modo de tijeras, y me invitó a irme. Lo entendí perfectamente. No quería seguir con la relación.
Ni corto ni perezoso, y obediente como siempre, en un mar de dudas, di media vuelta y me marché en dirección a mi casa, con unas ganas enormes de llorar. No entendía nada, pero obedecí.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Un Corazón Naufragado

Varias hora después, volvió a mí la consciencia y finalmente me pude reincorporar y comenzar a andar, para reconocer el terreno y buscar agua que se pudiese beber. De nuevo la Soledad lo impregnaba todo en mi vida. Lo había perdido todo, hasta las ganas de vivir. Y todo por amor, por entregarme por completo, por amar sin reservas, por darlo todo.
Nunca aprenderé.
Encontré un manantial, bebí un poco de agua. Hay que seguir adelante. Debo intentar sobrevivir, ¿qué remedio?
Mi hijo, ¿dónde estará?, ¿estará bien?, no quiero que sufra, él no tiene culpa de nada, él no pidió venir a este mundo. Fue mi error no elegir a la persona correcta.
Y a medida que caminaba recordaba...

lunes, 17 de noviembre de 2014

Un Corazón Naufragado

La angustia oprimió mi pecho, hasta tal punto que comencé a llorar.
Lágrimas saladas, que ruedan por mis mejillas y se mezclan con el mar. ¿Estará el mar compuesto por las lágrimas de todos?. El dolor se volvió tan profundo que me desvanecí sobre el madero, al antojo de las olas.
Varias horas después, desperté en la arena de una playa, en una bahía.
Maldita mi suerte, hasta la muerte me abandona.
Me arrastré por la arena, con la angustia en el pecho, hasta una sombra, de una palmera. Con los ojos entreabiertos pude distinguir una playa hermosa, con frondosa vegetación. ¿Acaso un PARAISO?.
Y de nuevo el dolor me sumió en el desvanecimiento.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Un Corazón Naufragado

Escrito esto último en el cuaderno de bitácoras, soltó el lapicero y cerró el cuaderno.
...Y se abandonó a sus más profundos pensamientos.
Una violenta sacudida, un fuerte crujido y un chirriar.
Neptuno con su tridente, había partido la nave en dos.
"Alea iacta est", la suerte está echada. Y la nave comenzó a hundirse en la negrura de las profundidades.
Por unos instantes sentí la paz de saber que todo iba a terminar, que iba a morir de seguro, que ya se acabaría el sufrimiento. La muerte venía a por mí, y yo, no me resistiría.
Maldito destino.
Pasados unos segundos, emergió un cuerpo abrazado a un madero, quizá su cruz.
Un Corazón Naufragado, en la inmensidad del mar, en Soledad.