lunes, 8 de diciembre de 2014

Un Corazón Naufragado

Nadie me vio por la calle. Nadie me vio entrar en casa. Nadie se percató de mi presencia. Por primera vez, me había vuelto totalmente invisible.
Y pasó el tiempo. Si acaso un par de años, no lo recuerdo muy bien. La vi un día, en la puerta del bar Alemán, esperando el autobús. Ella estaba estudiando fuera.
Recuerdo que le vi mala cara, pero ella no se dió cuenta de mí, y mi saludo se perdió en el camino.
Debería haberme detenido, saludarla, hablar con ella. No sabía que aquella iba a ser la última ver que la viera. Al poco tiempo, recibí la noticia de que una enfermedad, meningitis, se le había complicado y no pudo superarla. Falleció el 19 de Octubre de 1989.
Lloré, no voy a negarlo, perdí la última oportunidad de saludarla. Ojalá me perdone, pero nunca dejé de quererla. De otra manera, pero la quería.
Con 19 años, no se sabe muy bien como reaccionar ante una pérdida de este tipo.
¿A dónde irán los besos y los abrazos que nó damos?